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martes, 23 de mayo de 2017

COMENTARIO A UNA NUEVA OBRA




COMENTARIO DE UN LIBRO RECIENTEMENTE PUBLICADO
“CON LOS OJOS DEL PUMA – AVEC LES YEUX DU PUME”
POR HUGO COVARO (*)


Salvo para aquellos que dominan a la perfección un idioma distinto al natal – los hay quienes entienden varios – la traducción de una obra literaria adquiere un valor supremo. Los políglotas tienen la suerte de recorrer las páginas de un libro en su idioma original como si lo estuviesen leyendo en el propio; y disfrutan de esa lectura de primera mano. Pero a los demás mortales se nos hace imprescindible la intercesión del traductor.

La traducción es un arte en sí mismo, que permite poner a disposición de los lectores de otras naciones la obra vernácula y posibilita que el autor sea conocido allende las fronteras. Aunque ello también implica que el ejemplar deba ser distribuido – y “distribución” es una palabra compleja para la producción patagónica – en esas lejanías. Sin embargo, en los últimos años, con el arribo a la región de turistas de todas partes del mundo, está la chance de que los libros sean adquiridos por esos paseantes en sus tours. Todo buen lector que haya recorrido países de lengua extraña, conoce la alegría de encontrar algo escrito – bien escrito – en su propia lengua. Y más cuando trata sobre el sitio que visita, lo que permite llevar no sólo material de lectura sino un recuerdo del lugar.

Hugo Covaro ya incursionó dos veces en la traducción de su obra: primero al inglés, con un volumen que reúne varios de sus textos titulado “Patagonia. Pequeñas Historias – Patagonia. Little histories”; y luego al francés con “El chamán y la lluvia – Le chamán et la pluie”. Vuelve ahora junto con Jean Claude Parat, traductor de la novela anterior, a llevar una obra suya al público galo: “Con los ojos del puma – Avec les yeux du puma”. Es así que el idioma de Racine, que es el de Jean Parat, es ahora también el de Hugo Covaro; merced a la maestría de quien lo transliteró.

Además del valor agregado que implica la versión francesa del texto, la nueva edición de “Con los ojos del puma”, permite un reencuentro con esa obra fundamental de Covaro; publicada por primera vez en el 2000. Al recorrer sus páginas se encuentra toda la poesía de este verdadero cantor de la Patagonia, cuya prosa sabe recoger la esencia de la región.

Las vidas de los personajes de Covaro se entrelazan en el tejido macizo y multicolor de una matra; cuyo telar tiene como urdimbre la historia de María Rumay y Emiliano Villaverde. Ellos – y también el águila mora y el puma - son los protagonistas de la narración; el resto de los personajes son sombras alrededor de la anciana. Como Nicolás Millaqueo, su marido, o los padres de Ramón Martínez, su nieto. O el mismo Ramón quien, aunque un poco más presente en el relato, es un actor secundario que sólo funge de testigo privilegiado de los momentos finales de la historia. Pero Ramón es un personaje interesante; su pasado es confuso y extraño. Tal vez por eso Covaro lo hizo luego protagonista de otra novela, “Los dueños del fuego”.

El argumento va y viene en el tiempo, con múltiples raccontos que retornan una y otra vez al presente; donde la machi inicia a su aprendiz en los arcanos de su sapiencia. Así como la trama se mueve en el tiempo, también lo hace en el espacio; aunque en un microcosmos, en una región no muy extensa entre la cordillera y la meseta, cuyos puntos extremos son la Estancia La Porfía al este, y el Puesto de Márquez y el Sitio Sagrado al oeste. En esa precordillera de matices ambiguos, Covaro inicia la historia con un par de párrafos que marcan el calibre de la escritura que seguirá después:

“Inmóvil, la mujer miraba el vuelo del águila. Como una flecha de sombras surcaba las distancias azules, tan alto que a veces sólo era una muesca pequeña en el lienzo infinito del cielo. En sus ojos se repetía esa silueta bruna, como un dardo lanzado desde un sitio de ese inmenso territorio, para herir en pleno rostro al asombrado mediodía. Siguió mirando hasta que el ave, remontando invisibles pendientes, desapareció tras los blancos penachos de la cordillera. Lentamente volvió hasta la casa y la oscura boca de la puerta se tragó entera su encorvada figura.”

Y en la versión francesa:

“Immobile, la femme observait le vol de l´aigle, semblable à une flèche sombre zébrant l´azur lointain, si haute que parfois elle n´etait plus qu´une fine entaille sur la toile infinie du ciel. Dans ses yeux se reflétait cette ligne brune, comme un dard lancé depuis un quelconque endroit de cel immense territoire, pour blesser en plein visage le milieu de journée stupéfié. Elle continua à l´observer jusqu´à ce que l´oiseau, remontant d´invisibles pentes, disparaisse derriére les panachés blancs de la cordillère. Lentement elle revint vers la maison où la bouche obscure de la porte avala toute entière sa silhouette courbèe.”

La iniciación de Villaverde, guiado por Reumay para aprender los secretos del chamanismo que lo transformarán en un “uámenk” blanco, llena la obra; desde su predicha aparición hasta el momento en que, borrando los rastros de la existencia de su “entrañable maestra”, toma el lugar de la “uámeckshon” que ha partido a reunirse con sus antepasados. El narrador describe así esa transformación, en las escenas finales:

“Ciego de luz, poseído por esa visión incomprensible, se veía arrastrado hacia esa puerta que esperaba al final del túnel, para develarle en un pestañeo, el origen de aquellos sortilegios. Y fue un destello, un breve refucilo alumbrando la escena donde la vieja casa de la chamana, reflejaba su precaria marinería en las aguas dulces del arroyo. Un pequeño humo izando su blanca bandera en la tarde quieta. Luego el fuego.”

Y en francés:

“Avegle de tant de Lumière, possédé par cette visión incompréhensible, il se voyat trainé vers cette porte qu´il espérait au bout du tunnel, por lui dévoiler en un clin d´oeil, l´origine de ces sortiléges. Et ce fut une étincelle, une brève fulgurance éclaraint la scène où le vielle maison de la chamana reflétait sa précarité marine dans les eaux douces de la rivière. Une petite fumée hissa sa bannière dans la tranquille après-midi. Puis le feu.”

Con un excelente dibujo de tapa de Orly Mayorga y una cita introductoria de Italo Calvino, el volumen, de edición bifronte invertida, agrega una ilustración: el mapa de la comarca donde transcurre la acción, para guía del lector. Y al final de la obra – de las dos obras – el vocabulario que tanto auxilia a quien recién incursiona en la geografía y la historia patagónica.

Quien lea por primera vez este libro, ya sea en francés o en castellano, va a encontrar una creación que lo deleitará y lo hará reflexionar; un texto ameno que mantendrá su atención y lo llevará a conocer la Patagonia a través de símbolos que son arquetípicos. Quien lo relea, se reencontrará con uno de los escritores más significativos que tiene la Literatura regional; cuyo nombre es referencia obligada al hablar de las letras australes.


J.E.L.V.






(*) “Con los ojos del puma – Avec les yeux du pume”, de Hugo Covaro. Editorial Universitaria de La Plata, La Plata, 2016. Edición Bilingüe.

miércoles, 17 de mayo de 2017

EL POEMA DE HOY





                          “SILLÓN DEL BARDO”


                                                   (Acróstico)





Símbolo del vate que, inspirado,               
Ilumina las almas con su canto.                 
Lauro ceremonial, sublime encanto         
Litúrgico del árbol consagrado.                 

Ornato proveniente del pasado                 
Nacido entre los robles y el acanto           
Donde alguien recitaba y entretanto        
El bardo urdía su verso acompasado.      

La mano carpintera te modela:                 
Burila tu respaldo, te estructura              
A la usanza del druida, y te cincela          

Ribetes, ornamentos y molduras.            
Del trono adquieres la ritual figura.            
¡Ofrenda que al poeta lo desvela!             





             
Este poema fue ganador en la competencia Nº 56 – Libre. ACRÓSTICO - Tema: "Sillón del bardo" en el Eisteddfod de Trevelin, abril de 2017. El autor, Carlos Dante Ferrari, optó por el formato del soneto.                                               



jueves, 11 de mayo de 2017

EL RELATO DE HOY




MARIE DE VERNET


Por Sergio Pellizza (*)




16 de julio de 1829.  - Por fin. - Gracias Dios Mío, llegamos.

Después de incontables días de de sentir la inestabilidad líquida del Océano Atlántico bajo los pies, María Vernet, podía acomodarse al equilibrio de la tierra firme. En este interminable periodo solo había podido salir una sola vez a cubierta. Han desembarcado las provisiones y los muebles. Desde adentro María mira ese afuera desconocido. La caja de madera en un rincón contiene el piano, aun no desembalado. Tendrá que crear nuevos acordes que se armonicen con el viento, las olas, el insonoro suceder de la nieve. Luis Vernet su, marido, comandante político y militar de las Malvinas por orden del gobierno de Buenos Aires la ha traído hasta aquí enlazándola con sus sueños y proyectos. El la llama su misión. Se la había explicado muchas veces. Aspiraba a que este grupo de cien personas, de nacionalidades diferentes: un portugués, alemanes, españoles, ingleses, gente de varios países, negros venidos de Dios sabe dónde y los gauchos; se multiplicara y pudiera constituirse en una población estable y con el tiempo en una ciudad.   

En este hoy del invierno de julio de 1929, esta era su realidad. 
Sus dos hijos pequeños Luis Emilio y Luisa, un tercero en camino con solo tres meses de gestación en su vientre; su esposo, el hermano Loreto y su cuñado Emilio. Allí terminaba el inventario de sus afectos familiares. En lo material algunos muebles y el piano su seguro acompañante, lleno de nuevos sonidos para armonizar con el paisaje.

Algunos días más se caen del almanaque, días muy cortos que como chicos cansados buscan la tranquilidad cálida de las hojas del diario de María Vernet que registra escrupulosamente cada uno de estos periodos de tiempo. Así el quinto día, 20 de julio, marca su primera y gran responsabilidad. Debe abrir su casa y tocar el piano y hacer una velada para esta insipiente sociedad. Piensa que en estos días la oscuridad prematura es como un pozo. La luz de las velas, la buena lectura, la música, tal vez logre entrar en ese túnel que comienza a abrirse cuando el sol se oculta. Llegó el momento. Sobre una mesa improvisada, están las copas, los pastelitos preparados por la negra Gregoria, los licores…
Emilio entra de golpe con buen ánimo, cuelga el capote y abre el piano, invitando a su cuñada con cortes ademan.    

Los alegres acordes de una mazurca, recibe a los que llegan. Los hombres y mujeres saludan a María que ha dejado de tocar y se aproxima al grupo. María brilla hoy como en los salones de Buenos Aires. Como en un sueño luminoso y confortable suspendido en medio de un paisaje inhóspito, los primeros pobladores celebran su comunión con las islas. Afuera quedan suspendidos la nieve, el, hielo y el viento…

Fines de diciembre. Humean ollas de de agua y en su habitación María se retuerce y muerde un pañuelo. La comadrona pone su mano sobre la ardida frente. Le alcanzan el vinagre… un grito prolongado y nace la primera malvinense.  Le pusieron de nombre Matilde. Malvinita le llaman cariñosamente. Si no fuera por su diario, hubiera pensado que el tiempo se le voló de entre las manos llevándose el crecimiento alegre de los niños…

En estos tiempos situaciones externas complican la vida de la naciente colonia. Por pesca ilegal de lobos y ballenas en las costas de las islas provoca la reacción de los colonos;  es apresada la goleta de bandera Norteamericana Harriet. Vernet entiende que comienza una etapa de difícil litigio. El cónsul de Estados Unidos en Buenos Aires George Slacum dice: “El pueblo de estados Unidos tiene derecho de cazar y pescar donde quiera.”  

No siempre existe concordancia entre el ánimo y el paisaje. Pero si hay un 30 de agosto, Día de Santa Rosa, nublado y ventoso. En que se disparan los 21 cañonazos que conmemoran la soberanía argentina y la toma de posesión de las islas. Un grupo de hombres y mujeres se apiñan alrededor del mástil tiene un significado diferente para los colonos y los Vernet, es la tierra propia, para los marineros norteamericanos solo un impedimento de pronta solución. Malvinita, bajo la mantilla de lana duerme plácidamente en brazos de su mamá; ni las salvas pudieron despertarla. Abajo en la bahía los marinos extranjeros siguen la ceremonia con displicencia. Hay algo más intenso que el frio que la estremece. Es la proclama que resuena en ella con toda su voluntad y fuerza. María es ya parte de las islas y quiere que sus hijos y los hijos de sus hijos hereden la pertenencia… No fue así… En 1833 fueron tomadas por la fuerza del imperio británico. María de Vernet y “Malvinita” no están en este presente. Las islas siguen en las mismas usurpadoras manos. Lo que es permanente es la voluntad de pertenencia de argentina sobre ese territorio nacional. 

Las islas Malvinas forman parte de esta mística patagónica, la parte del territorio que no se ve, es el Mar Epicontinental Argentino.

 Esta plataforma es una continuación morfológica, de la Patagonia Extra Andina. Es una meseta sumergida que desciende en forma de escalones y a partir de unos 543 Km de Río Gallegos emerge formando las Islas Malvinas, que son por irrefutables derechos geográficos e históricos ABSOLUTAMENTE ARGENTINAS. 






(*) Escritor de Río Gallegos. Contacto: destellospatagonicos@gmail.com  




lunes, 8 de mayo de 2017

EL POEMA DE HOY


 Competencia n° 50  Corona del Eisteddfod de Trevelin









                          Huellas



Hundió su pisada en la hierba
con la premura de una vigilia
acordada.
     Palomas y grillos
     esculpieron
     su oficio de juglares
     en las orillas del otoño
                 allí donde había estado
                 la savia retornaría…
Quedaría la señal
     en el árbol plantado
     en la mano extendida en acción de gracias
como un prestidigitador del alba
comulgando los signos vitales
con los ojos del destino.
Su corazón de padre
le develó la alquimia del universo:
     recortaría su huella en el perfil de los recuerdos
     cuando los sueños grabaran su rostro
en el claroscuro del horizonte
     cuando se filtrara el silencio 
en la clausura de la memoria.

                                               Sarah                                      







El pasado 29 de abril, en la localidad cordillerana de Trevelin, se llevó a cabo una nueva edición del Eisteddfod. Tras 40 años ininterrumpidos,  esta celebración tan cara a las raíces celtas se desarrolló con total éxito en un clima de calidez en el quehacer artístico. En la ceremonia de la Coronación del Poeta obtuvo el máximo galardón el poema “Huellas” bajo el seudónimo de Sarah. Sarah corresponde a Graciela Fernández de Jones, nativa de Gaiman. Actualmente reside en la ciudad de Trelew.

miércoles, 3 de mayo de 2017

EL POEMA DE HOY




SOLEDAD EN TU TIERRA


Por Antonio Vicente Ugo (*)




Desolada la tierra en la meseta
donde el viento es el único sonido,
triste como un ángel que ha perdido
El celestial mandato del profeta.

La rueda del molino ha decidido
enloquecer de rumbos con la aleta,
la jarilla plural nada respeta,
y por eso seguro que ha vivido.

En este cuadro opaco y deprimente
se transparenta el hombre que la habita
como un rígido soldado que no siente,

y a la más dura soledad resiste.
Mientras tanto la muerte lo transita,
se coagula en la tierra que me diste.






(*) Poeta chubutense. Este poema fue tomado de su obra “La tierra que me diste” (Editorial Vinciguerra, Buenos Aires, 1994)