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lunes, 7 de noviembre de 2016

EL POEMA DE HOY




ARTE Y PARTE


Por Juan Carlos Moisés (*)




Vemos a esos patos nadar
corriente abajo, sin esfuerzo,
y a esos teros, rasantes, revolotear sobre peces escurridizos
y decimos: los patos son cómicos,
y algo salta en el agua durando
un instante en los ojos,
y todo el río parece hablar
en voz baja, y observamos,
en la pausa, cómo llega el atardecer
y los movimientos comienzan
a confundirse como un teatro de sombras
chinescas dibujadas por el sol
tras la hilera de sauces enmarañados,
-y decimos: los patos son cómicos, lo son-
y hay que ver a esos patos silvestres
perseguirse sin que se les rasgue
un pluma, erguidos, las patitas
escondidas bajo el agua,
y pensamos: el vuelo de esos teros
no tiene una pizca de comicidad,
aunque hagan el último esfuerzo
por despertar a gritos
el lugar que se adormece, y vemos
una silueta muda de caballo que baja
su cabeza a beber donde se hace playa
la corriente –y no nos ha visto,
o si nos vio poco le importamos-,
y ya no vuelven los patos
que perdimos de vista mucho antes
de que se los llevara el codo del río
donde se oye algún que otro
chapuzón perdido,
y ahora, en el frescor,
con leve alboroto, como los teros
o los patos nuestras miradas
a su modo buscan sostenerse
en el día que se angosta,
hasta que de a poco se hace la noche
de arriba abajo y quedamos a solas,
ínfimos bajo el cielo estrellado,
sin movernos de la orilla del agua,
lejos de la gente y de las ciudades,
de todo y de nada.







(*) Poema incluido en su obra “Animal teórico” – Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2004.

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